29 mayo, 2008

Anécdota 2

Bueno, finalmente habíamos llegado a Gitana. Y haciendo la cola para entrar, y dos de nosotras nos queríamos pintar (o repintar) un poco más, pero no teníamos espejo. Como vi que había varios autos estacionados, opté por usarle los vidrios polarizados a un... Gol si no me equivoco. Nos acercamos con mi amiga (no voy a decir cual, basta de deschaves), y yo empecé por pintarme los labios y, una vez terminada la ardua tarea, acomodarme la remera (sí, el escote). Cuando ya me estaba por retirar con la satisfacción del deber cumplido, veo algo adentro que se mueve, entonces me acerqué más y miré hacia el interior del auto (cosa que debería haber hecho desde un primer momento), y veo a un chico sentado en el asiento del conductor haciéndome el gesto de "ok" repetidas veces con la mano. En vez de alejarme lo más rápido posible, como tenía ganas de hacer, le hice gesto de "gracias" y me fui caminando elegantemente.

No hay comentarios: